Queridos Hermanos y Hermanas en Cristo,
En la Fiesta de Todos los Santos, escuchamos las escrituras recodándonos “que somos hijos de Dios” (1 Juan 3:1). Somos todos preciosos a los ojos de Dios y estamos llamados, lo mejor que podamos, a vivir cerca a Jesucristo y a su Iglesia. Cada uno de nosotros tiene la dignidad de su Bautismo y los Sacramentos de nuestras Iglesia y estamos llamados a ser santos.
No hay forma en que esa dignidad sea dañada más que a través de la adicción a drogas ilícitas y el abuso de alcohol. La drogadicción se ha convertido en una terrible maldición que afecta a muchas familias en nuestro estado, creando un clima de desesperación. Como Arzobispo, quiero que la Iglesia ofrezca sus recursos para tratar este problema y ayudar a la gente a pasar de la desesperación a la esperanza. He escrito esta carta pastoral para los Católicos y toda la gente de buena voluntad que busca confrontar la drogadicción, que ha sido llamada el problema número uno de salud en Nuevo México.
Muchas familias afectadas por drogas tienen vergüenza hablar acerca del problema de drogadicción lo que lo hace más difícil de tratar. Para estimular la discusión y alentar una respuesta a este problema terrible, anteriormente este año, los Foros del Arzobispo sobre Drogadicción condujeron cuatro audiencias públicas en Española, las Vegas, Albuquerque, y Santa Fe. Muchas personas dieron testimonios personales sobre la drogadicción y la recuperación y ofrecieron soluciones a este problema serio. Aproximadamente 1,300 personas asistieron a las audiencias. Sus testimonios sinceros y dolorosos son el alma de esta carta pastoral. Les invito a escuchar con sus corazones algo de lo que dijeron. (Los nombres de las personas han sido cambiados para respetar su privacidad.)
Frances, madre y víctima de las drogas comparte su dolor.
Mi hijo era un buen muchacho... se hizo adicto a las drogas... bajo la influencia de las drogas hizo un acto terrible... Mató a dos personas y estará en la prisión el resto de su vida. Me hice una víctima tambien yo, nuestra familia completa está sirviendo tiempo con él. El es aún mis hijo y yo lo amo.
Robert, un hombre de edad media, comparte su lucha con las drogas.
Usé drogas por 18 años. Perdí todo, mi trabajo, mi familia, mis amigos. Mi única hija no me hablaba. Mi camino a recuperación comenzó cuando pedí a un sacerdote rezar por mí después de compartir mi problema con él. Obtuve tratamiento. Volví a la Iglesia Católica. Tengo una gran relación con mi hija y familiares.
María, una madre que llora a una hija asesinada por un ladrón drogado,
Recogí a mi hija de 9 años de edad de la escuela. . Manejamos a casa... ella rezaba el rosario. Entré a mi casa y pensé que yo había sido electrocutada. Había recibido un balazo. . . Ví el hombre disparar a mi hija... ella murió en mis brazos.
Estos testimonios y muchos otros que oí confirman estudios que Nuevo Mexicanos están utilizando drogas ilícitas en una cantidad alarmante y ésto está causando daño terrible a la salud mental y física. Muchos están muriendo de dosis excesivas de droga. Nuestros sacerdotes y diáconos han enterrado demasiados jóvenes víctimas de este terrible tormento. Muchas de nuestras familias lamentan cómo personas inocentes mueren o sufren daños por drogadicción y por la violencia que le rodea. Demasiados vecindarios son invadidos por la presencia del tráfico de drogas. La drogadicción es el umbral para violencia doméstica, familias destrozadas, pobreza y prisión. Trágicamente en algunas comunidades la drogadicción abarca generaciones de familias y es considerada un comportamiento normal. Para algunos se ha convertido en apoyo económico y un modo de vida aceptado.
El abuso de drogas es seriamente pecaminoso porque causan grave daño a la salud y a la vida humana ( Catecismo Católico, Párrafo 2291). Así mismo, vender drogas ilegales es un maldad que daña profundamente a la comunidad completa y es pecaminosa.
En muchas maneras los aspectos sicológicos de drogadicción, así como los aspectos físicos, revelan claramente la devastación humana de la dependencia de la droga. Más que encontrar la felicidad que buscan, las personas dependientes de la droga entran a un mundo de aislamiento solitario, viendo sus alrededores como crecientemente hostiles. Su realidad se siente desprovista de un Dios amoso. El auto estima del drogadicto se ve frecuentemente reducida a nada y hasta la posibilidad de cambio, tratamiento y rehabilitación se hacen imposibles por la desesperanza, la alienación, y hambre espiritual.
Las buenas noticias son que esas gentes que están esclavizadas y cegadas por las drogas pueden ser liberadas a través de la maravillosa gracia de Jesucristo. Con la fortaleza de Dios, tratamiento efectivo y ayuda de seres queridos, ellos pueden ser libres de adicciones.
Reconociendo la gravedad del problema de drogadicción, He formulado un plan de acción basada en los resultados de las audiencias y en ideas dadas por mucha gente. Ante todo, la Arquidiócesis está comprometiendo recursos financieros a través de fondos Arquidiocesanos y una colecta especial en todas las parroquias para ayudar en la implementación del plan.
( 1 ) Buscar maneras de permanecer cerca a Jesucristo, Nuestro Salvador, frecuentando los Sacramentos y viviendo una vida de oración y bondad. ( 2 ) Ser compasivo con aquellos que son adictos, alentándolos a vivir una vida libre de droga. ( 3 ) Decidir, con la ayuda de Dios, evitar el pecado serio. Dejar de usar drogas o abusar el alcohol, y busca ayuda. ( 4 ) Desarrollar su anti-drogas personal ( por ejemplo, como voluntario, envolverse en deportes, hobbies, iglesia, actividades cívicas, unirse a un grupo de apoyo, lectura de la Biblia, ayudando a otros, etc. )
( 1 ) Educarse a si mismo sobre el daño físico y emocional que las drogas ilegales y abuso de alcohol pueden hacerle. ( 2 ) Escoger a sus amigos inteligentemente y evitar aquellas personas que abusan drogas ilegales y alcohol. ( 3 ) Envolverse en actividades juveniles en su parroquia y estar cerca al Señor a través de la Misa Dominical, los Sacramentos y la oración.
1 ) Involucrarse en las vidas de sus hijos; comer juntos, hacer cosas juntos y cuando los hijos salgan del hogar, hacer preguntas: Quién? Qué? Cuando? Donde? Y Por Qué? . ( 2 ) Modelando buen comportamiento y como divertirse sin alcohol y drogas. Prohíbir drogas ilegales en el hogar o en cualquier celebración familiar. Usar alcohol moderadamente o no en absoluto. ( 3) Vivir su fe en Jesucristo como familia; desarrollando una espiritualidad familiar a través de oración, Misa dominical, los Sacramentos, y actividades parroquiales..
( 1 ) Miembros del Consejo Pastoral y líderes de la Parroquia deben estudiar e implementar esta carta pastoral. ( 2 ) Ofrecer apoyo espiritual y hablar acerca de la drogadicción en homilías y en preparación sacramental. ( 3 ) Proveer consejería profesional a nivel parroquial, cuando sea posible. Iniciar un grupo de apoyo en la parroquia para ayudar a aquellas personas adictas a desarrolla una vida de oración profunda y una relación con Jesús y María para darles fuerza para permanecer limpios. ( 4 ) Abrir las facilidades prroquiales para el uso de consejeros contra drogas y grupos de apoyo, tales como Alanon, Alcohólicos y Narcóticos Anónimos. ( 5 ) Mantener una lista de centros de tratamiento y sus números telefónicos a la mano para referencias cuand la necesidad surja. ( 6 ) Hacer de los jóvenes y actividades juveniles una prioridad en la parroquia ofreciendo un ministro de juventud, y oportunidades y espacio para reuniones de jóvenes en modos saludables.
( 1 ) Mantener el Comité del Arzobispo sobre Drogadicción para implementar esta carta pastoral a través de decanatos y grupos parroquiales. ( 2 ) Ofrecer algunos fondos disponibles para parroquias para actividades de prevención. ( 3 ) Proveer consejería, educación, referencias, y grupos de apoyo a través de los servicios de Caridades Católicas. ( 4 ) Colaborar con otros grupos de la comunidad para abogar en el estado para los recursos necesarios para prevención y tratamiento de drogadicción a través de la Oficina Arquidiocesana de Justicia Social y la Conferencia Católica de Nuevo México. ( 5 ) Animar a las parroquias a trabajar con organizaciones vecindarias a promover comunidades y vecindades seguras que sean libres de traficantes de drogas y pandillas.
Ahora es el tiempo para hacer un compromiso. Les pido se envuelvan en sus vecindarios y que voten. Aboguen por mejores recursos en sus comunidades. Interésense activamente en sus escuelas para que sean saludables y libres de droga . Los padres no tolerarían la presencia de piojos en sus escuelas. Así mismo no toleren las drogas!
Pido a agencias y oficiales de gobierno asignen recursos suficientes para prevención, tratamiento y cuidados posteriores y a trabajar junto con grupos de iglesia y comunidad para proveer servicios.
La Iglesia debe ser un signo de esperanza: para servir, alcanzar, ayudar a reconstruir vidas, y a sostener personas y familias en la lucha contra la drogadicción. Pido con urgencia sus oraciones y su ayuda para compartir este mensaje evangélico de esperanza a través de su respuesta a mi carta pastoral sobre la drogadicción en Nuevo México.
Atentamente en el Señor Resucitado,
Reverendísimo Michael J. Sheehan,
Arzobispo de Santa Fe
Promulgada en Noviembre 1, 2001
Fiesta de Todos los Santos
Addendum: Ideas Adicionales Para el Plan de Acción